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lunes, 19 de abril de 2010

Poemas enviados por Teo Basterra y Mario Martínez. Recital de Alfaro

“TIEMBLA LA VIDA”




Hay un temblor de pánico estridente

que al destrozar la paz siembra la histeria,

y un convulso dolor hinca su diente

en la osamenta gris de la miseria.


Se estremece la voz y hay un derrumbe

frenético y mortal de la inocencia,

tiembla la realidad, todo sucumbe

a la resignación de la impotencia.


Detrás quedan escombros de templanza

y mudas privaciones que se aferran

al gesto solidario de otras manos


que levanten cimientos de esperanza

y resuciten sueños que hoy entierran

en Chile y en Haití nuestros hermanos.




“¿PAN PARA HOY…?”


Puede que pasen meses, tal vez años

hasta que los haitianos recuperen

el pulso de vivir y regeneren

sus míseros enseres tras los daños.


Pero lo lograrán, tienen redaños

forjados en carencias que no ceden

y en esa esclavitud de que proceden

a cuya brega y fe no son extraños.


Será con esa ayuda humanitaria

volcada puntualmente en su tristeza

por causa del seísmo acaecido.


Mas nunca suficiente si diaria

dejamos que su endémica pobreza

regrese tras el tiemblo a nuestro olvido.



Mario Martínez


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La condena del amor


¿Qué se ama, qué se busca, qué se hallacuando se ama? ¿Quién es?
Estoy condenado en la luz de la vida
y de la muerte por ese amor.
Muero en esta guerra
de no poder amar como respiro
y hacerme aire en tu recuerdo.
Quisiera ser tu estrella
y repartirme en ti
en un beso de eternidad.



Aquella tarde


Era muy bella la tarde, pálida,
era un claro río donde desnudas
mis palabras en grupo revolaban,
y allí, un perfume de primavera
se entreabría apretando nuestras manos,
acercando nuestros labios en la luz
luminosa de unos ojos trémulos.


Era muy bella la tarde, encendida,
era un inmenso azul sobre nosotros,
empapado de olor a rosa virgen,
y allí, un viento de oro y primavera
arrastraba sonrisas despeinadas
sobre nuestros besos de amor y fuego
en el dulce tiempo de la poesía.


Era muy bella la tarde, vencida.
Yo tenía el dolor de los silencios,
la esclavitud del llanto en mis ojos,
la tristeza incandescente del dolor,
y llegaste tan dulcemente frágil,
tan bella, incisivamente hermosa,
que acogí la primavera en mis manos.


Teo Basterra

viernes, 26 de marzo de 2010

Poemas enviados por Beatriz Hernanz Angulo

CUADERNO AUSTRAL

(poemas de Chile)

(del libro Los volcanes sin sueño, de Beatriz Hernanz)



Escucho cómo el río escribe

su verso de historia breve,

cómo resuena en su garganta

las entrañas verdes de la nieve,

la quietud honda del cielo,

las manos sagradas del hambre.


Sonámbulas, las estrellas,

caminan como dioses ciegos

en la dureza del aire.


Y elevo, sin tregua, mis ojos

hacia las cumbres que arden.




Primero de Mayo en Santiago



La soledad de los perros

que husmean la basura,

madrugadores en un día de fiesta.


Ladrar cansino y fatigado,

que borda la tibieza del sol austral

en las casas tristes,

carcomidas por las enredaderas del olvido.


Hay cierta calma

habitando en sus esquinas,

mientras un loco roe el hueso

de su vida tambaleante,

en los meandros de su andar por el asfalto.


No hace falta hacer nada.

El cuerpo se vuelve mineral.


Esos perros que no son de nadie,

que duermen con melancolía

el abandono de vivir otra jornada.




Los volcanes del sur

llegan del patio de la infancia,

en las puertas de las casas abandonadas.



Un libro con el que soñar

otros paisajes lavados por la lluvia

_apenas los ojos descubrían

el mundo_.


Todo estaba en suspenso,

era revelación y hallazgo.


Helado el aire,

sobrevolando en la oscuridad,

inventa un espacio ventoso y violento,

abrevadero de incendios,

montaña que escupe palabras inesperadas.


Yo fui la misma que soy,

inmutable el río en su cambio perpetuo,

ondulaciones de piedra que se ofrecen al cielo,

simple materia que forma una comunidad secreta.


Esos volcanes terribles, andrajos del sol,

donde la vida fingió que volvía a empezar.


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LA NIEBLA DE NERUDA


Los jazmines de Valparaíso

se han detenido aquí.

Exhuman su perfume vivo

entre mis versos,

esta escritura olorosa

se hace luz en las palabras

que apunto

en la oscuridad, en los cerros

poblados de casas sin sueño,

sonámbulos que escalan

un cielo imposible que oculta la niebla.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Fotografías de Talcahuano y Rancagua

Talcahuago y Rancagua en el corazón, de Rosa Chávez Alarcón.







martes, 23 de marzo de 2010

Domingo 28 en HUELVA




Gracias a José Zúñiga por hacerlo llegar.

lunes, 22 de marzo de 2010

Fotografías



































Fotos de Madrid, Sevilla y el mercadillo que dispuso la Fundación Caballero Bonald. Según los datos que tenemos hasta ahora, en los recitales de Madrid, Sevilla, Valencia y Jerez se recaudaron 304 €. En cuanto tengamos más fotos de los otros actos y más datos económicos los iremos subiendo.

Muchas gracias a todos, poetas y amigos.

Poemas para la reconstrucción

Sin título


Era un noche como cualquiera,
donde el verano
se marcha en retirada,
el cielo maravillaba
con su luna y las estrellas titilaban

Senti como el mar
con su bramido llego
me mecia como un fragil barquiechuelo
que a la deriba quedo.

Estaba en mi Talcahuano querido
de gaviotas que planean
de aromas a pastos humedos
a lluvia recien sembrada.
de nubes que asoman
a veces violentas
que paren aguacero

Hoy dejaste mi corazon
roto en dos,
te vi tan fragil
donde esta el puerto,
que pujaba por salir
de la pobresa
te llevaste los sueños de muchos.

Las industrias fueron marionetas
que bailaron
por la furia de la naturaleza.

Ahi estas ,mi fragil Talcahuano
hoy aqui en Rancagua todavia
siento el olor a mar y no puedo
dejar de sentir tu rugido
donde me dices que estas ahi.



ROSA CHAVEZ ALARCON
ROCHAL
TALCAHUANO Y RANCAGUA UNIDOS EN MI CORAZON


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Vértigo de la ropa trepadora del Montón.
Huelga lavandera.


Atrapada en la esquina,
esperando una cita de
detergente y centrifugado,
trepo la pared
buscando la luz que

unos vaqueros cegaron
en el último lanzamiento
nocturno.

Tiempo después,
la espuma blanca
cubrió mi boca,
burbujas velaron
nuestros ojos,
en círculo repetí,
cogiendo carrerilla,
110 veces no volver
a ensuciarme con la
paella del domingo.

Volver, volver
a oler perfume humano,
a humo, a calefacción,
a fritanga. Empastrarme
con mostaza,
con ketchup,vino tinto,
melocotón en almíbar,
tomate con espagueti.
Sin mirar abajo
alcanzaré la cima
de la pared, seré
una montaña multicolor
con calcetines dispares.

Tengo vértigo.

Breves solos

I

La soledad es como
Un periódico dominical.
Con tantas páginas.

II

La soledad no se vende.
Tampoco es gratuita.

III

La soledad tiene su diálogo.
El estómago la escucha.

IV

La soledad me ha llamado
por teléfono. Llamada
perdida.


Tengo un atún a la espera
Es una lata.


Martaerre (Marta Romero Sobrecueva, Valencia,
escritora de cuentos, microrrelatos, poesía
asidua de las JAMs de Café El Dorado
y socia de Asoc. Poética Caudal)



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Chile, Levántate

Chile es hoy una larga, oscura grieta.
Chile, levántate.
Chile es la sombra derramada, inmensa.
Chile, levántate.
Chile tendido, dolorido, inerme.
Chile, levántate.
Chile, tu corazón bajo la piedra.
Chile, levántate.
Chile que de las lágrimas comienza.
Chile, levántate.
Chile que saca fuerzas de flaqueza.
Chile, levántate.
Chile que ya la tierra dio a la tierra.
Chile, levántate.
Chile que se levanta piedra a piedra.
Chile, levántate.
Chile que se levanta todo Chile,
como una marea.
¡Chile, levántate!
Chile en pie, Chile que nunca desalienta.
¡Chile, levántate!
¡Chile en alto, Chile que emerge, Chile fuerza!
¡Fuerza Chile!
¡Chile, levántate!
¡No cedas!
- - - -
Chile,
levántate y
camina,
más fuerte que el volcán es tu marea
humana.
Chile, levántate,
cuan largo eres, cuan alto, y reconstrúyete,
pues mano a mano vuelve a levantarse
lo que la tierra destrozó.
La tierra
que vuelve a levantarse.

------


Chile, levántate,
y aun cojeando, avanza,
y aun dolorido, vence.
Chile tenaz. Oh, llamarada
vivaz: oh fuego en pie. Chile exultante.
Chile invencible. Aliento indomeñable.
Tierra de fuego, voluntad ardiente.
Por más muerte que sople, tú más vivo.
Por más piedras que caigan, tú más fuerte.
Por más días de sombra, tú más día.


Javier Aguirre Ortiz (Temuco, Chile)


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Sin título


has destrozado tus manos
para recoger futuro,
con los dedos
de un pasado negro
tu viaje de esperanza
alimenta al gran cádaver,
tienes un país azul
apuntándote a la sien
cuando sufres
tus hijos se llenan de ira
al otro lado del mundo

Mar Benegas Ortíz
(Valencia, poeta y socia
de la Asociación Poética Caudal
y asidua de las JAMS de Café El Dorado)


Terremoto

Perseguía tu rastro por las dulces colinas de Valparaíso;
acordeones en las tabernas pero la niebla en el corazón.
Aquel día las olas del mar pacífico
llenaban la orilla de todas mis incertidumbres.
Deambulaba de noche por el país de mi memoria
y tú eras la dama que había ido a buscar
más allá de la tumba de un poeta que tuvo
aprisionado el océano entre mascarones de proa.
Ya hace mucho hice trizas todo mi pasado
y ambos somos sombras mutuamente remotas.
Incluso la breve tierra que entonces compartimos
la veo llena de escombros en las últimas noticias.



Juan José Téllez (Algeciras)


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Corazones de manzana

Una mujer huele el mar
Desde el abismo
Un hombre, en pie, aspira los ojos al cielo
La niña se ha subido al árbol
Y come manzanas
Tira corazones a sus padres
Sonríen
Algo se mueve
Vivo momentos
cargados de silencios
en voz alta
Ahora
ahora
ahora
el lugar callado
Suena One of Us cannot be wrong
Bailo con los borrachos
con sus sombras
tiemblan mis pestañas
quizás no me vaya esta noche
quizás
quizás
quizás
esta noche quiera bailar sola
imaginar a Suzanne
O romper
romper
romper
ahora
quizás
(volver a ser Segismundo)



Alicia Martínez (Valencia)




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Por Chile, 27/02/2010

ESE monte
en la partida
contemplado desde
tu ojo
es ese niño
en las lindes del terreno
quien se mueve
como la pregunta
de las inconclusas palabras
.
.
terremoto
desmadre
abismo
fondo





Detrás de la casa en ruinas


¿hubo alguna vez madre
alguna voz
alguna vez?

¿qué piedra o espino colma
el paso hiere y sella la boca
vocal por vocal
qué hielo
qué piedra
o rama de espinos
alguna vez madre
alguna vez
desterró el habla?



Viktor Gómez Ferrer (Valencia)



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Sin título

Te inquieta el paso de tu miseria,
tierra
en los pulmones:
Andas dos mil heridas,
poco más que un cataclismo;
participas de la luz,
y de su ausencia;
marchitas el ruido
de cada plaza pública;
compartes con otros hombres tu odio
pero temes llamarlos hermanos.
Cada noche, antes de acostarte,
suicidas la duda de tus manos
y nunca cavas un foso
hacia abajo,
tendido, inyectas el susto de un bostezo
en tu vena.
Resucitas, enseñas las encías
a tu padre; desconoces el olvido
donde has nacido.
Comes musgo
que encuentras en tu casa,
clavas mañanas
en las arrugas de tus ojos;
tragas antídotos, pesados metales,
rugidos que encuentras
en los confines del mundo.
Sodomizas los poemas
que heredaste del terror,
aglutinas toda tu saliva
en la lástima que arrastra tu cadera.
Y así, es como arrojas insultos,
cada día un poco más,
contra tu mejilla de derrota.
Y así, es como ignoras la tortura,
cada día un poco más,
de los muertos que regalan su huelga
a apenas cinco tormentas
de tus ladridos
apaleados.


Jorge Brunete (Valencia)






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Sin título


1
He encendido una lámpara y me conmuevo.
He situado la luz hacia la parte más oscura y siento que los reflejos siguen formando sombras extrañas a su alrededor. Creí que la luminosidad invadiría los contornos grises y oscuros de los cuerpos adyacentes. Y no.

Las sombras se alargan y se anticipan a los días de neblina, a esa mañana sin norte, avecinando restos de innecesarias ruinas.

¿No será que la tarde perdió momentáneamente la transparencia? No lo sé.

Si en todo buscamos vivir de paraísos artificiales, alegrías efímeras, placeres de minutos, por qué ahora, nítido el fluir de los arroyos en el corazón,
se desbordan hacia cauces ensombrecidos donde largas llanuras de arena lo absorberán antes del día señalado? No lo sé.

El alma se ha ensanchado fuera de mí, ocupando la estancia de otra alma, convirtiendo en existir lo dormido. Y esa es su grandeza.

Otra plenitud se interroga a sí misma por las heridas causadas en una batalla que no ha tenido lugar, aún sin horas, ni territorio.




Borrar los días



1
Estaba todo quieto en la lejanía.
Los árboles que formaban perfiles
sin sombras sólo eran una línea negra
de un horizonte cierto:
esa longitud que sabemos de memoria
esa claridad cercana
sin moverse por el viento que te roza.
En esa sensación uní las vocales,
tracé consonantes con el miedo
al fuego de las palabras,
lo dicho en oraciones punzantes,
un desvelo en la noche desprendida
por las sábanas del silencio
queriendo matar los días, borrar las horas.


2
La luz que entra en la buhardilla
se despliega por las paredes,
baja las escaleras,
me busca silenciosa en la cocina,
en las huellas frías del mármol,
bajo el torrente de la ducha,
y me encuentra, podado de gestos,
quieto,
y se vuelve desalentada, oscura,
precipitando la noche.


3
Se ensancha el aliento
y todo aquello que le gotea
como un furioso dolor nacido
de encuentros insatisfechos.
Crece la penumbra en su intención
de sombra permanente.
Un jardín inexistente trepa con
ansia por la cerviz de lo más hondo.


4
A veces queremos que
los fuegos se acaben
antes del tiempo debido.
Limitamos los sueños. Acotamos la fantasía.
Oscurecemos aunque el cuerpo
te pida un nuevo fulgor.


5
Hay días para no despertar.


Antonio Ramírez Almansa (Moguer)




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Y todos los libros llenos de palabras


Y todos los libros llenos de palabras
y todos los calendarios llenos de días
y todos los ojos llenos de lágrimas
y llena de nubes la cabeza de todos los mares
y llenos de coronas y puntapiés todos los relojes de arena
y de jirafas molidas todos los pechos condecorados
y todas las manos llenas de verano y caracoles marinos
y todos los dormitorios llenos de manojos de explicaciones
y de pantalones disecados las sillas de todos los prostíbulos
y todos los huecos llenos de público
y todas las camas llenas de electrocutados
y todos los animales llenos de espíritu y pánico
y de feroces gritos los árboles de todos los aserraderos
y todos los tribunales llenos de testimonios
y todos los sueños llenos de sacacorchos
y llenas de chicas todas las estrellas
y todos los libros llenos de palabras
y todos los calendarios llenos de días
y todos los ojos llenos de lágrimas
y todas las peceras y todos los pupitres y todas las cenas íntimas
y todos los razonamientos llenos de indudables edificios
y toda la primavera llena de moscas y crisantemos
y llenas todas las iglesias y todos los calcetines y todas las peluquerías
y todas las mujeres llenas de gloria
y llenos también de gloria todos los hombres
y todas las perreras llenas de ángeles
y todas las llaves llenas de puertas
y todos los bazares llenos de ratones
y llenos de barrenderos todos los cuadros
y llenas de estiércol todas las escobas de la patria
y todas las cabezas llenas de radiografías e intríngulis
y llenas de luz todas las subestaciones eléctricas
y llenos de amor todos los manicomios
y todos los cementerios llenos de salvavidas.


Juan Carlos Mestre (León)




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Días de vino y rosas



La vida habrá de darme más rosas y más vino.
Habré de ver el mar desde el puerto de Rodas
una noche de agosto calurosa y festiva.
Todavía tendré del amor las guirnaldas
enredadas al cuello, y aún dormiré en los brazos
de un dios irreverente la ebriedad y el exceso.
Aunque tal vez mi cuerpo descubra entonces marcas
del dolor, ademanes que la piel no derrota,
la vida habrá de darme mi parte del asombro.


Josefa Parra (Jerez de la Frontera)




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Bajo la sombra blanca


Nunca has sido más joven y poeta
que a esta hora cierta en que derramas
profundísimos sueños
bajo la sombra blanca del cerezo,
cuando el tiempo parado se derrite
y una brisa de pétalos
te reviste los hombros.
Las mariposas nadan en el aire
como musas minúsculas,
te salpican palabras y tú juegas
a mover corazones que son piedras.
Quien te quiso menguar como a una leña
arrojada en el fuego del olvido
no conoce el tesón de la madera.
Cuando mandan callar, resquebrajarse,
los desolados páramos del alma,
aún te queda la fuerza de los dedos
-raíz superviviente que retalla-
para romper silencios.


Mari Cruz Agüera (Murcia)




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El vacío


En mis sueños siempre habita el vacío
que recorro en un vuelo ingrávido
por el olor a misericordia de las noches

Llego hasta el alba
y no tengo a nadie que me espere
hasta la luna se oculta para repudiarme
en un paisaje de sombras
más allá de la muerte

Cae gota a gota una lluvia
que desnuda con lamentos mi alma
y sobrevive el miedo a la inexistencia
Se tensa el vértigo y rozo con los labios
la belleza al perderse
en la luz impalpable de la negación




La eternidad



Suspendidas en la duración de Zeus,
deslumbrantes estatuas entonan panegíricos
a los dioses del Olimpo
Erectas, con los ojos saturados
de belleza inacabada semejan espiras
que gritan o susurran en función
de un viento despiadado

Rebosa el tiempo y las excita
un ansia de inmortalidad


Fernando Sabido Sánchez (Madrid)




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El caminante


Camina, sobre la madera enferma y el espliego,
sobre telares rotos
y huesos que se muerden, camina,
como animal sin lengua
sobre la cicatriz del aire, trazos de mar
lento, como el olvido, palpitando, tal vez
entre los fósforos
y el miedo.

Hay un techo guardando la soledad del sur,
el lugar donde tu corazón gotea
un niño y una hogaza.

Chile roto y largo, camina.



Sara Castelar Lorca (Sevilla)




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Ley Marcial


“El padre y la madre no tienen el derecho de la muerte sobre sus hijos, pero la patria, nuestra
segunda madre, puede inmolarlos para la inmensa gloria de los hombres políticos”


F. Picabia



Necesito más que palabras de buena crianza. Te necesito. Te necesito
hablándome. Por qué te busqué si sabía que te necesitaría siempre. Anoche
tomé un cráneo y bebí el sueño de la catástrofe. Se vació y quedó un traje
de bufón, una niña lo quemó, lo hizo lejía y se fue a lavar la sonrisa del
rechazado. Este ya no ríe y es tan amargo, que lo golpean para que la
mueca intermedia sea simulacro. Es conocido en Latinoamérica por dejar
luciérnagas en cada frontera con una tarjetita azul con tu nombre.
Esta semana constato que me sobra el cuerpo, que me sobro. Despierto
casi ahogado por la sangre y veo mi rostro destrozado, me lavo lo que
puedo. La sangre esta incrustada en todos lados.
Busco un camino, no sé cuál. ¿Terminaré como mi padre?
Eres como Job, me dice la buena de mi hermana. Y yo siquiera quiero
probar fe en mi mismo. Debieses estar acá, en La Paz, reconstruyendo una
edición facsimilar del libro de Juan Luis Martínez. También deliro, imagino
que hay un terremoto en la ciudad dónde está mi hija, que la ciudad está
sitiada nuevamente por milicos. La misma ciudad donde los milicos
mataron a Luis, imagino que casi me mata un ex milico tirado a poeta,
imagino que quemaron mis libros, robaron mi colección de piedras
latinoamericanas, se llevaron mi computador con mis escritos. Imagino
que hay una mujer que la sueño y que ella no me soporta, imagino que
estoy como mi padre y que éste imagina que somos iguales, que hay
dendritas dentro de dendritas, que hay hambre de dios, que hay esquizos
que quieren comerse todo lo que diga dios. Que mi madre está en
Concepción y que mi padrastro judío la busca como te busco en alguna
parte de este cuerpo que me sobra. Alucino que estoy como mi padre,
que amigos me buscan y me llaman y yo me pierdo cada vez más adentro,
dentro de las dendritas de mi padre, al fondo de una botella de Singani,
de 20 bolivianos de coca, de mi cara destrozada, de tres días frente al
computador sin poder dormir, leyendo y escribiendo acerca de unos ojos
que no me dejan, que no se van, que me miran alucinarlos y se ríen, que
me roban una y otra vez el semen. Como si el cuerpo me sobrara, como si
las cuencas, oscuras de sangre, sean zapatos, uniforme marcial, una
trinchera altiplánica, con Bedregal y el Loco Borda hablándome en quechua.
Rompiendo con sus vociferaciones los cerros-estalactitas del Alto de La
Paz.
Tomo absenta de un cráneo lleno de las dendritas del fiscal que me mira
con ojos de psiquiatra. Siempre me odian y me aman. Tú me odias por ser
como soy, desadaptado megalómano, rompiendo vasos comunicantes y
diciendo que nada ha pasado, que ya estoy en casa de mis abuelos leyendo
la enciclopedia y recortando los grabados. Haciendo un collage con
maderitas rotas. Haciendo un castillo sobre el Biobío como el que hicieran
hace treinta años Luis Y Bürger. Me agotan las visiones del terremoto de
Concepción que no toma revancha, que deja caer el edificio inteligente
del bicentenario, y me salva y me condena, otra vez vivo. Sólo yo puedo
dejar de sobrarme. Y para buscar algo me aferro a la búsqueda, al
encuentro que no sea delirio.
Ahora estoy fuera nuevamente. Haciendo castillos con las maderas que
saqué de algún lugar de la casa de mi abuelo muerto por los milicos el 46.
Estoy con una caja de fósforo tratando de completar las uniones de los
puentes trillizos que alguna vez cruzarán La Paz. No entenderías como
brotan bajo mis pasos los tubérculos, como los bulbos se adhieren a la
suelas de mis zapato. Tendrías que estar acá sentada, rozándome, cuidando
estos cuerpos Encorvados, como rancios mendigos bajo sus harapos, /
Cojeando, con tos de bruja, cruzando el maldito lodo. / Alumbraron
bengalas, nos volteamos. / Afanosamente dirigimos los pasos hacia nuestro
lejano puesto. / Marchaban dormidos. Habían perdido sus botas, / Iban
sobre zapatos de sangre. Cojos y ciegos. W. Owen. Tengo miedo, hace
tiempo que no tenía, hoy me aterro, ya no salgo a más de tres pasos de mi
manta de aguayo, que no voltee el cráneo de mi padre, irán mis búsquedas
a llenarse de sus dendritas. Ahora me encuentro donde debí estar: bajo
los escombros de mi departamento inteligente del bicentenario, junto a
mis texto y esta vez nada me salva, nada me inventará un motivo. Que
ninguna idea-imagen-recuerdo sea capaz de transcribirse. Tengo que
cortarme las manos y sacarme los ojos, sacarlos desde las visiones, desde
los recuerdos.
Debes repetirme despacio, al oído, que estoy desvariando y mañana
caminaré respetando los pasos de cebra, respetando a los poetas, a los
artistas, a la patria , a mi madre y a mi padrastro. Me levanto a tomar
desayuno y me llamo como quiera llamarme mi madre, que es la tutela
de toda cordura. Esa cordura que me es despreciable. Esa de ser alguien
que mira sus muebles y sabe que hay tres pasos desde la entrada de la
casa hasta la primera lámpara. Esa que cree que Humberto Quino es
gracioso, que los Héctor son sinceros, que la poesía salva y que bazurita es
nuestro redentor. Aunque prefiero esa cordura que busca imprecaciones
y encuentra cerros heridos, esa que busca lluvia y encuentra escaños
mojados, la que busca sillas y se le arrancan los chupamirtos por la boca.

Alfonso Sánchez Martínez (Concepción, Chile)



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Sílabas de amor

Dificil caminar entre hojarascas
cuando cruje la tierra en su epicentro
y un murmullo de voces recorre las heridas,
desdoblando el llanto en sus entrañas.

Aún resuena el miedo y el vacío
los dedos de dolor
que extienden la tristeza de las madres.

¿Quién alzará tus ojos
devolviendo la esperanza a tus cenizas?

El aliento de Dios silabea tu llanto
y nos hace sentir tu pulso y tus latidos;
Pensemos en las manos del amor,
que hoy abrazan tu tierra
y levantan tu nombre y lo esculpen.

No amarréis la tristeza a lo perdido…
pensemos en las manos del amor
que unidas reconstruyen tus raíces.


Ana Villalobos Carballo (Sevilla)





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Después de aquellos pájaros

Después de aquellos pájaros
se alza la tierra sin saber por qué.

Después de aquellos pájaros
se alza la tierra aun no pensada,
que se corrompe sin la esencia del cuerpo sucesivo.

Después de aquellos pájaros
se apresa una centella,
y todo es retirada.

¿Será piedra el dolor?
¿Será la eternidad su única desnudez?

Después de aquellos pájaros
se alza la tierra sin saber por qué.

Estás lleno de muerte, Dios,
por eso eres tan puro
y es tan inerte tu dolor.

No eres sangre ni sombra combatiente.
Del éter te sacaron todo fuego,
pero nada en ti sabe a la armonía,
ni incluso a consistencia.


J.J M. Ferreiro (Galicia)





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Elegía

Lloro en la soledad del árbol y el madero,
bajo la luz que escribe la sal y la tiniebla,
bajo la extensa noche que habita bajo el mar.
Lloro la tierra fértil que expulsa sus raíces,
el desgastado lomo donde el esfuerzo es vano
y en su recuerdo lamen el barro y la miseria.
Lloro el ladrido errante de los perros nocturnos,
el óxido del zinc que arrastra la memoria,
la puerta y la pared que trazan lo terrible.
Lloro el pulmón que olvida y el cuerpo que interrumpe,
la orilla que atraviesa el mar junto a sus muertos
para encender la muerte y atravesar mi canto.
Lloro la habitación que el sueño no pronuncia,
el párpado y la carne donde amanece el miedo,
las ramas que limitan el aire con lo oscuro.
Lloro el amor del hombre, del hijo y de la madre,
el escombro del mundo, la bicicleta hundida,
y el llanto que la edad extingue en sus relojes.
Lloro la tierra, el grito, el pronombre y el hambre,
la réplica que sangra en los hijos de Chile,
el llanto y la miseria de mi pueblo dolido.



Benjamín León (La Serena, Chile)



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Diluvio 2.0

Vengo de ver el cielo cayéndose a pedazos como una nuez partida, cayéndose a pedazos porque nadie lo guarda, me pregunto si el cielo es contenido o continente, si nos trae la tormenta o él también la padece, todo enemigo tiene cara de escalera, nadie guarda este cielo porque es un regalo que abrieron otros antes, sin embargo no hay nostalgia en el hueco, el vacío es el ángel, qué milagro esta nada poco a poco repartida entre nosotros, huéspedes de un viejo colador que no se cura, que confunde la sed con la impaciencia.
Una pantalla avisa y una ventana actúa, nos da miedo apagar el aparato, preferimos lo otro, digo que he visto el cielo cayéndose a pedazos y un minuto después consulto en la red quién ha metido el gol, no hay nada que me importe más ahora, si canto bajo la lluvia me olvido de que hay mudos, ¿pero quién ha pateado esta tormenta, cuántas piernas tuvieron que partirse como una antena, un mástil, para que yo pudiera ver a través de mi cristal?, la escalera chorrea un color que no es suyo, el cristal se está empapando, empapando, la lluvia sabe más cuando es opaca.
El diluvio se expande como la indiferencia, tengo ganas de bajar a la calle y aplastarme de amor, ser el charco que piso, no hay desprecio en la bota que se moja a propósito, qué delicia dejar algo y pasar sin ser visto, ser la huella dactilar de un neumático, pero las suelas agreden caminos anteriores, una bota pateó la pelota del fuego, veo pies calcinados debajo del cristal debajo de la lluvia debajo de debajo.


Andrés Neuman (Granada)
(Inédito)




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Coloquio individual
sobre Haití y Chile.




I. Atardecer.

Hay un sendero que, cobijado con el mar del Golfo,
recibe de las costas vecinas: quebranto y alegrías.
Su pueblo, hermano de la soledad
cosecha hoy manos astilladas,
nubes beligerantes, y el reseco tormento de la tierra.

II. Renuncia al día.

Habla la plegaria,
el tambor
la tierra que es piel
el amor que es cándido
y una larga línea de secretos oscuros
que se deshojan
bajo la tierra
mientras danzan las sombras.

III. Nocturno.

Los materiales
de la costa Araucana fundidos con el mar
numeran las calles y los manantiales
y las luces perdidas;
los ojos absortos y los ojos solitarios.
La noche viene en camino
continúa su curso rotatorio,
el hambre humana grita desde los fardos
al océano eólico,
es un sólo ser el que realiza
dualidad con las manos;
es un sólo eslabón de las sombras húmedas
que detiene su vida por la hora oscura
mientras el mar es testigo del hambre inconsecuente,
las gaviotas pernoctan ahora
desde la certeza arenosa
y de nuevo, la brisa hará su arribo monumental
sobre los arrecifes y el ruido.


Eduardo R. de la Cruz ( México)




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Canción con corazón



Te doy mi corazón,
amor,
y haz lo que quieras.
Loca de rabia,
pega, pega, pega
sobre mi corazón.
Loca de pena,
llora, llora, llora
sobre mi corazón.
Cuando no puedas
llorar, estrújalo. O si prefieres
morir,
córtale las venas.
Cuando no puedas
levantarte siquiera de la cama,
ponte mi corazón,
amor,
que yo te mueva.
Cuando el vacío
se te anude en el vientre,
hazle un sitio en el frío,
amor,
al corazón,
asustado y caliente.
La muerte ya pasó.
Por el amor
no pasa nunca la muerte.
Hay tantas criaturas,
amor, siempre,
al fondo del corazón.


Ana Sofía Pérez-Bustamante
(Cádiz, marzo 2010)





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Faro


Mientras crecen
y rompen
las olas en la noche,
quién pudiera seguir
igual que tú
―tenaz, sereno, erguido―
iluminando
el negro
corazón del mar.


Alejandro Duque Amusco (Chile)




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Paisaje




La palmera es acariciada por el viento.
El sol es una planta que ilumina las olas, los brazos de la espuma.
El viento.
Es una vida en alerta.
El color azul es infinito y recuerda a otros colores que palpitan en la tierra.
Giran las horas y el mar enumera sus formas,
su paisaje.
El encuentro mágico de la erosión y los cañaverales.
Arde la noche. Amando están los cuerpos.


Leonardo Vega (Chile)


Gritos de la tierra


Y de pronto todo estalla,
No hay culpables, no hay delito,
Es como si en cada grito
Se nos abriera una falla
Gritos de tormento e ira
Gritos de dolor,¡¡cuidado!!
Derramando sangre, vida
Y miedo de lado a lado,
Ya no estas tú, ni tu casa,
Ni tu huerto, tu sembrado,
Es todo, tremenda masa
De hierros, barro y tejado.
La esperanza esta perdida,
Amor ¿donde esta tu casa?
¿Donde tu muerte y tu vida?
¿Donde tu risa descasa?
Gritos se escuchan, lamentos
Maldito estruendo ¡¡maldito!!
Es como un malvado rito
Del demonio, tierra adentro
Amor ¿donde esta tu casa?
¿Y tu calle y tu avenida?
Y la tierra en que en descansas
¿Por qué esta llena de ira?



Lita Gómez ( España )






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De pie en medio de la tragedia




Entra abril
y sale marzo,
uno
con flores
otro
con amores
mi amigo llora
en el teléfono,
con la teletòn
nadie apaga
su llanto,
terrenales campos
de casas y casas,
rosas y rosas
tumbadas
en el suelo,
de flores
enredadas
una encima
de la otra,
ese es el paisaje
de Chile
rosas y rosas
amores
y más amores
dulces amadores
bajo este sol
que cada veinte años
se nos cae
y rueda, qué miedo,
todo enloquecido
por debajo
de la tierra.




Eduardo Embry (Londres)





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Terremoto 8,8 8 madrugada del Domingo 8...creo




Aquí con una vela chonca se me ocurre sacar la angustia que tengo, esa que no se puede ni siquiera contar. Se nos movió el piso, la tierra, el corazón. Olas de arena, pesadas, implacables, persistentes nos enfrentaban. Mi pequeño, mi ángel voló desde el segundo piso, sujetaba repisas, tomaba mi mano, sacaba a su perra. Yo cual mujer de sal, muda e inmóvil mis pies arrastraban mi cuerpo estatua.
Del primer piso al antejardín, del antejardín a la calle, rodeados de gente en pijama, a pata’ pelá, unos corrían, otros gritaban, nadie lloraba. Nosotros apiñados como perritos huachos. De pronto me pude mover, mi instinto me llevaba una y otra vez de vuelta a la casa, así fui abrigando de uno en uno ; pies, cuellos, oídos, gargantas, manos y espaldas (conocidas y desconocidas).
Mientras la tierra se sacudía mi perra sacude su vientre y pare, con paciencia, 9 viditas perrunas, lo hace en silencio, jadeando, sabia y hermosa. Mis hijos sus guardianes, alertas, confiados reciben cada vida junto a ella.
Afuera desolación, indignidad, lo que no destruyó el terremoto lo destruyó el hombre.
Duermo entre réplica y réplica
Me desvelo entre réplica y réplica.

Clara, Concepción , Chile, 28/03/2010





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Minimás para la recosntrucción




Busco remanso en las palabras.
Sólo
consigo incendios.
***


Un campo de girasoles ante un eclipse.


***
Lo que queda en pie puede ser sólo espuma.


***
Yo estoy hecha de derribos.


***
Es triste
-no lo nieguen-
aflorar
en el estiércol.
***


Mis queridos poetas de la Aldea Global: donde dije audiencia quise decir
ausencia.
***


¿En qué inviertes tus latidos?
***


Una es multitud.
***


La palabra es un bien de primera necesidad.
***


Conozco una técnica para espantar el invierno.
***


Todo Sistema aprieta. Decide cómo usar tu destornillador.
***


Cementerio judío
Paseo por su huerto.
Honro al olivo que da su fruto a la unción.
***


Abrir los ojos hasta verte.
***


Conjuro
Que cada semilla contenga un bosque.




Carmen Camacho ( Sevilla)



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Sin título




"El dolor anda por las calles atribuladas,
mojadas de agua salada...
desvalidas y silentes se encuentran
las almas.

El sol que se entromete,
se pierde en cada rendija que a su paso encuentra.
Iluminando una ciudad fría, doliente.
Los suspiros callan.

Mi alma abatida; reza, llora, enmudece.
Sonríe la brisa sutilmente
recordando otrora, momentos felices.

¿ Que lamentos se pierden en la nada?
¡Cuántas voces clamaron ayuda...¡
¿cómo arrancó la ola sangrienta
llevándose la vida, la morada.?

Mis versos son tristes, en esta alborada
marchose la alegría,
quedando sólo lágrimas.

Más, no me dejarás derrotada...
por nuestras venas corre sangre
de guerrera combatiente
que saliendo del fango,
te desafía valiente.

Juntemos nuestras manos
alcemos la mirada,
desafiemos al destino
defendamos nuestra patria.



Edith Moncada
(CHILE)


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Sin título




Cuando tembló la tierra al otro lado,
se me derrumbó la paz sobre la cara,
se derramó todo un río de mis ojos,
se llenaron de piedras mis zapatos,
y no podía correr,
el suelo se me abría entre las piernas,
y no podía abrazar,
había un mar en medio de la tierra,
y no podía dormir,
había fuego y niños que corrían,
y no podía conversar,
había gentes que gritaban alto,
y no podía reír, ni sonreír,
había tantas personas sollozando !!

Hoy me senté, el aire no temblaba,
y anudé la esperanza a mi palabra,
la lancé al viento en un susurro,
a CHILE fue, el mar estaba en calma.



Paquita Dipego (España)
01/03/2010


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Errante humo




Peregrinar de errante humo,
cuerpos desterrados de riberas,
cruzar de sueños entre orillas,
hendir de lágrimas y agua.
Lejanos Lares, vidas rotas,
yerma realidad de abrojos,
candente memoria en llamas.
Voces de manglar y jungla,
velado desierto de mordazas.
Europa…
Remos de humo en barcas rotas,
deshecha nube de jirones rojos,
perjura tierra de promesas vanas,
casquivana rosa de los vientos,
soles apagados por el oro.
Soledad de uno contra todo.
Luchar, es ahondar en negra senda,
volver, anudarse a la derrota,
quedarse, es extinguirse poco a poco.



María Sangüesa (España)




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Sin título




¡Recuéstate Chile!

Lloras Chile
lloras y adelgaza
tu figura menuda
“donde termina la tierra".
Sobrevuelas llorando, tordo tricolor
lloras y me estrujas
poesía.

Te repienso Copihue
rosáceo amor, campanita
cóndor de los Andes...
junto ya
la última lágrima y te avisto
en medio de la contracción
pariendo luminarias.

Tiemblas Chile
te tapas los ojos y me empapas
y empapas el Desierto de las flores
y la cordillera toda se pregunta:
¿cuál es el país trasandino?.

Lloras mi alma… y yo, tan argentina, sólo puedo
pensar como orfebre, como hija de este mismo
trozo de cielo:
“Pretendo replatear tus sienes mi guindilla
tratarte, como joya que eres
acunando a tus niños, para que descanses
en mi costado mullido, para que seamos uno
fundidos al sur, como Dios manda”.

Vamos, vamos! caminemos juntos. Deja ya
que se vaya este dolor!. Abre las puertas
ven aquí, debajo de mi ala
siéntete cómodo, entusiasta y bienquisto
hermano mío. Alegrémonos en el horizonte.
¡Dame la mano!




Graciela Malagrida (Chile)





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Sin título





Esa alta, imponente, cordillera
amaneció muy baja
Hoy tienen el tamaño de los castillos de arena
que los niños construyen en las playas

El degradé de tierras y de rocas y los nevados picos
hoy son transparentes como el agua
Desde el helado sur a los desiertos majestuosos
de San Pedro de Atacama

Hoy los caminos sinuosos y rebeldes
e acortaron, fueron tragados kilómetros de tierra
de arena y piedra
Hoy en el aire se mezcló la humedad y la sequía
crecieron en los pueblos más remotos, edificios
y se llenaron de árboles y silencio las grandes avenidas

Hoy las nubes formaron contingentes unidas por el blanco
y el cóndor majestuoso habló al oído de la oveja
Hoy las fronteras custodiadas se abrazaron
hasta fundirse bajo el mismo cielo
y en el silencio de hombres y mujeres
no se notó la diferencia del acento
Y nadie necesitó palabras para expresarse o decir nada

Hoy todo fue invisible, mudo y ciego
Porqué habló sólo el dolor y sólo ese dolor
ese dolor que la tierra , tal vez ya arrepentida, trajo
es sólo el que se escucha desde aquí, país hermano,
es sólo lo que se siente aquí hermana, hermano

Hoy tu dolor chileno duele en toda mi patria
Hoy nuestra bandera es sólo tu bandera ,
nuestro celeste es azul y nuestro sol, tu estrella
y el rojo de nuestra sangre idéntica flamea
para que el viento sepa que esas montañas
son puentes que nos unen hasta las entrañas…




Juan Carlos Andrade (Argentina)



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La Cueca de la Vida

Se detuvo el reloj de arena.
El último grano cayó
golpeando el cristal cotidiano
y la vida se precipitó
por una grieta
oscura
profunda.

Y, sobre la estrella blanca de un campo azul,
tocaron a dolor las campanas púrpura del Copihue.

Tú, Pacífico Océano de espuma fría,
quisiste convertir al Maule
en un río de Robinsones desesperados
para que el verdadero poder
no haga remanso en el olvido...

Y el corazón del mundo
puso una barca en tus aguas
que surcó la Araucanía y la octava del Biobío.

Febrero del Chumaihuén
que prepara su otoño para el sueño del invierno,
después de agradecerle a la Pacha Mama
y haber recibido en círculo al Sol,
y no te van a dejar dormir
porque el llamado del tiempo pide que estés despierto
y prepares la Cruz del Sur
en un inicio que tiene al mundo contigo.

En la paz de tu reserva,
desde este mayo de amor adelantado por ti,
las lágrimas dejarán la muerte
y aprenderemos a bailar desde tu vientre rojo
la Cueca de la Vida.





Mara Romero Torres (España)




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Cuando la tierra y el mar desatan sus demonios




Nací en la alargada extensión del fin de la tierra,
donde se levantan volcanes iracundos y dormidos.
La atraviesan ríos torrentosos, fulgurantes y sonoros.
Y desaparece con sus raíces silvestres en el mar.

Territorio de arenales, fértiles valles y soledad de luna.
A veces quiebra su paz y se deshacen los sueños.
Se sacuden moradas y guitarras con sones de Violeta,
Cuando el poderío terrestre lo destruye todo.

La adversidad se convierte en terremoto.
Padece el pueblo sus muertos en lucha
Del planeta contra el hombre y sus gozos.
Las piedras aplastan la belleza con venganza.

Así es Chile, mi patria en la que Alonso de Ercilla
admiró a los mapuches y narró los desenlaces
en la Araucana, que resume la bravura de cada batalla.
En las praderas del maíz se mezcló la palabra y la sangre.

Bajo el duro sol y las lluvias se hizo el idioma perdurable.
Y yo, Sergio Macías, andino y cordillerano, sigo cantando
Al viento de sus júbilos, elñ perfume de sus aromos y dolores.
Su paisaje de nieves, desierto, bosques y ventisqueros.

Mi patria ondea feliz en sus alerces, araucarias y copihues.
Los pájaros relampaguean entre las ramas sus colores.
Los arroyos se deslizan entre inmensas arboledas,
hasta que un cataclismo destruye sus alegrías marinas.

Así es mi tierra de uvas, graneros, mariscos y minerales.
Cuando cae como el crepúsculo vuelve a levantarse
con la fuerza del amor y la sangre de su bandera.
Construye desde el caos la alegría de sus primaveras.

Cada cierto tiempo la tierra y el mar sueltan sus demonios,
pero la patria revive una y otra vez en Pablo y Gabriela,
en los vigorosos cantos a la libertad de América.
A su naturaleza y a la lucha contra las iras del Universo.

Unidos los chilenos del salitre, del cobre y de los trigales
Derrotan las sombras de la geografía omnipotente.
Entre gredas, piedra, agua y árbol nos abrazamos a la vida.
Al amor que vence las tormentas del océano y la tierra.



Sergio Macías Brevis nació en Chile, en la Araucanía. Es el agregado cultural de la Embajada de Chile en España.